O, cuando mi placer es más importante que tu sufrimiento.
Tú que amas la vida, el bien, la libertad, la justicia, tú que esperas un mundo mejor sin más violencia, sin mas dolor, cómo puedes nutrirte de animales y no horrorizarte al hundir tus dientes en aquellas carnes impregnadas de dolor? Cómo puedes considerar legítimo comer la pata, el hígado o el cerebro de una criatura similar a ti que no pide nada sino el tener su humilde pasto y su libertad? Cómo puedes aceptar de buena manera la idea que una criatura mansa y poderosa como un caballo, un buey, un ternero esté cruelmente criado con el sólo propósito de ser asesinado, para ti? No piensas en la maravilla que es el organismo de un ser viviente, en el mecanismo asombroso que encierra? Piensa en la capacidad de su cerebro de construir pensamientos, de sus ojos de percibir las cosas, de sus orejas de escuchar los sonidos, de su corazón de palpitar, de sus pulmones de absorber el aire, de sus riñones de filtrar la sangre. Piensa en esta obra maestra del universo que será destruido para siempre, por ti.
Considera tu vida y compárala con aquella de los animales criados. Tu larga vida está llena de tantas cosas, pero en su corta existencia un animal de criadero no conoce mas que la privación y el sufrimiento. Mientras tú estas en una casa confortable, limpia y caliente, cubierto del frío, del hielo, del viento, de la lluvia; mientras tú duermes en una cama suave y caliente; mientras tú en tu ocio, te diviertes, juegas, lees, el animal está ahí, en la oscuridad, encadenado sin poder moverse y sin la comodidad de poder acercarse a sus compañeros. El animal no hace nada, porque no puede hacer nada, solo espera, en la oscuridad de la noche, leve, paciente, entre sus mismos excrementos, y no hay nada sino su propia vida. En una soledad abismal, sufre en silencio, en un dolor que no se puede explicar y contra el cual no tiene escapatoria. Y sin la posibilidad de ser salvado, se encuentra sin poder hacer nada ante la muerte.
Sin embargo sabes la angustia que genera la pérdida de una persona querida, la desesperación que nace de la impotencia contra un mal que no podemos combatir. Tú tal vez sabes lo que es un terrible dolor de dientes o un cólico renal insoportable. Imagínate a ti mismo en esta circunstancia, solo y sin la posibilidad de recurrir a los analgésicos del médico. Imagina tener que extraerte una molar sin el auxilio de los analgésicos, entonces entenderás las condiciones de los animales.
Cómo puedes ser indiferente al dolor del otro, tú que por cada pequeña herida recurres a la cura del médico? Tú que apuntas a la autoridad por cada injusticia que sufres, como puedes considerar justo y legal aplicar la injusticia suprema de la privación de la libertad, de la tortura y de la muerte a una criatura inocente para satisfacer tus placeres? Aceptarías igualmente de buena manera que nosotros y nuestros hijos fuéramos criados por extraterrestres, con los cuales resultaría imposible cada reacción, para convertirnos en su comida?
Tú que no tienes piedad de tus víctimas pero esperas que Dios escuche tus oraciones y pueda protegerte del sufrimiento y de la muerte, en qué modo respondes a los gritos de los animales en las manos de los carniceros a los que tú acudes?
Pero los animales no sufren solo en los criaderos intensivos y en los mataderos, verdaderos y propios campos de concentración y de exterminio. Has pensado alguna vez en qué espantoso infierno son condenados ciento de millones de animales al año en los laboratorios de experimentos? Piensa en aquellos gatitos cuyos párpados son cosidos al nacimiento para experimentar posibilidades alternativas a la vista. Piensa en aquellas aves con el costado destrozado por un disparo: es como si una explosión de bomba te hubiese destrozado la pierna y no tuvieras a nadie a quien pedirle ayuda. Piensa en la agonía de los peces en las redes. Piensa en los animales de piel criados y pelados a menudo todavía vivos. Piensa en los animales de los circos que actúan obligados, con el látigo, el hambre y las descargas eléctricas, a repetir por años ejercicios no naturales. Piensa en todo esto y si no te desvinculas de esta barbaridad deberías avergonzarte de ser un hombre.
Pero tú no tienes un corazón? No tienes una conciencia? En qué te diferencias de la piedra inanimada tú que no consideras el dolor y la vida del otro pero que tienes la creencia de ser hecho a la imagen de Dios? Con los animales que se le extingue la vida para siempre, tú que comes carne durante tu existencia, se llenaría una cancha de tenis. Y no te avergüenzas de un delito similar, de tal crimen contra la vida y contra la fraternidad universal?
En la esperanza de un corazón humano mas justo y sensible está el secreto del bien y de la paz del mundo. Cómo podría el hombre hacerle daño a su compañero si tuviera la sensibilidad de compartir el dolor del otro? Si fuese educado con dulzura hacia cada ser viviente?
Franco Libero Manco
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